Fuimos caminando, sendas andadas y caminos vírgenes,
dejando huellas que horas más tarde
el viento barrería.
Espejos como charcos, cristalinas aguas también
que al caer la lluvia, enturbecían.
Mirando al cielo, el sol siempre salía,
la luna volvía a brillar.
Y en tierras baldías, agua ya no había
para reflejar.
Fuimos andando todos los caminos
que el cielo proponía,
atravesando piedras, saltando grietas,
adivinando curvas.
El sol nos guiaría, las estrellas recompensarían nuestro andar mojado,
la luna brillaría cada noche
al descansar.
Espejos ya no había, sólo confiar en el firmamento
donde Dios tejía nuestro andar.
29 de septiembre de 2024